EL PLACER DE DISFRUTAR ...QUISIERAMOS DETENER EL TIEMPO Y ESTIRAR EL GOCE...
Por Franpisco Ramos
Continuando con la aventura y con el objetivo de llegar a Casma, empezaríamos donde nos quedamos la vez anterior: en Las Aldas-La Gramita.
Salimos de Fiori temprano, a las 8 y media ya preparados para este viaje. El pasaje, como siempre, caro para estas fechas. Bajaríamos en la entrada a La Gramita, previa consulta con el chofer, quien sí “atracó”.
Llegamos aproximadamente a las 3 de la tarde y empezamos a caminar desde la carretera donde se encuentra un restaurant donde comen los visitantes que llegan en sus impresionantes 4 x 4. Nosotros en nuestras “Dodge” patas, nos dirigimos en busca de las ruinas de “Las Aldas” las cuales exploramos. La neblina se acercaba y no nos dejaba ver todo el esplendor del paisaje, raro en estas temporadas que haya niebla, pero así es el clima.
Caminábamos admirando lo poco que se podía ver de las playas, una más bonita que la otra. Así caminamos hasta que nos dio la noche, donde tomamos una trocha carrozable que va pegada a la costa, lo único que se divisaba en la oscuridad era el sonido del mar y unas luces rojas de lo que parecía una antena que se divisaban a lo lejos. Encendimos las frontales, ahora si no se veía nada, lo único que se distinguían eran aquellas luces rojas que por ratos las veíamos y por ratos no.
Caminamos hasta ese punto al cual llegamos a las 8 de la noche ya cansados y decidimos quedarnos allí. Realmente no sabíamos si habíamos llegado a nuestra meta de ese día que era llegar hasta punta El Huaro. Tal vez la habíamos pasado o tal vez nos faltaba aún más. Al día siguiente lo averiguaríamos con la luz del día.
El lugar donde decidimos quedarnos estaba frente a la antena, hacía mucho viento, había unas “dunitas” donde acampamos. El viento era tan fuerte que hacía volar la arena “misma tormenta del Sahara”, pese a todo decidimos armar la carpa, que esta vez sí llevamos, una de esas “buenas ofertas” que solemos encontrar en estas épocas, cuyo peso no creemos pase de 1 kilo y su precio es casi “de a china”. La llevamos por que no pesa casi nada.
Esta vez éramos 3 y uno se tendría que quedar afuera de la carpa, pero el viento era tan fuerte que decidimos entrar los tres “como sea!!!”, así acomodándonos “uno para arriba y otro para abajo” logramos caber en la PEQUEÑISIMA carpa que estrictamente era para 2.
A eso de las 4 y media de la madrugada nos despertamos y salimos a ver dónde estábamos, aún había niebla y no se veía nada.
A las 6 de la mañana se despejó más y pudimos ver que la punta El Huaro la teníamos frente a nosotros, sin saber habíamos llegado a la primera meta, esto nos alegró porque todo iba bien.
A 20 metros de nosotros había una casa de material noble derruida que alguna vez albergó al parecer maquinaria de algún tipo, no lo sabemos.
Partimos a las 7 am con un frugal desayuno: pan árabe y un atún para los tres, apurando el paso antes que saliera el sol de lleno, pero siempre parando y dándonos el respiro para apreciar y contemplar las hermosas playas que íbamos encontrando, una más hermosa que la otra. Hallamos en el camino restos arqueológicos de los primeros pobladores de la costa y la gran pregunta de siempre: “¿De dónde se proveían de agua???”.
El cielo auguraba un buen día, pero a medida que pasaban las horas la neblina empezaba a tapar todo de nuevo. Nuestra meta esta vez era llegar al puerto de Casma.
Las únicas personas que se aventuran a venir seguido a estos lugares son los pescadores. Encontramos en el camino varios de ellos, ya sea buceando o pescando entre las rocas. Ellos llegan en motos en donde cargan sus aparejos. Las huellas de estas máquinas cruzan todos estos lugares desérticos e inaccesibles en algunas partes hasta para las 4 x 4.
¡Pero que lindas playas hemos visto !. Es ASOMBROSO. Solo la naturaleza nos puede dar este regalo, esta paz, al menos hasta que aparezcan también por aquí las ruidosas y pesadas camionetas.
Más allá en el camino encontramos unas minas informales donde se ve que han sido explotadas, ¿qué mineral habrían encontrado?
Y así andando kilómetro tras kilómetro, llegamos a divisar el valle de Casma con su verdor a lo lejos. ¡Ya falta poco !!! decíamos, también poco para que se acabe, y lástima también por que se acababan las cosas bonitas que veíamos, así que entramos al Puerto de Casma, lugar en donde hacía mucho viento, la gorra se me paraba volando de mi cabeza, al parecer se quería quedar … yo también!!!
Ahora ir a hasta la misma Casma, en un mototaxi a 3 soles el pasaje.
Meta cumplida !!!! Ahora a descansar y saborear lo “comido”, ¡perdón!, lo recorrido, esto es como una exquisita comida que el sabor se lo guarda uno en la memoria.
Ya rumbo a Lima pensaba ¿Cuándo sería la próxima vez que volveré a ver estas hermosas playas en esta parte del norte? ¿Quiénes me acompañarán la próxima vez a disfrutar y gozar con la naturaleza?.
Solo aquel que tenga la libertad como objetivo y pueda superar sus límites y miedos al cansancio la sed y el hambre.
Solo aquellos…………
Gracias Raulito y Luz.